jueves, 15 de octubre de 2009

mamamami

Hay algunas cosas que nunca en mi vida pensé escuchar, una de ellas relacionada con mi mamá. Tampoco con que su respiración se hubiera perturbado radicalmente, que se hubiera quebrado el tiempo y que de un suspiro la vida me dejaba sin aquella protección que de pequeño sentí. No creo hasta ahora lo que me han dicho, tampoco lo creo de la forma en la que me lo dijeron. Creo que ella ahora está mejor, que está descansando de una tormentosa agonía. Que las circunstancias han generado que ahora, siendo las seis de la mañana de hoy, no haya dormido y que, lo que es peor, regrese a casa sin ella.

No puedo aceptar que los enormes brazos de mi mamá no me volverán a cobijar de nuevo. Que nadie más me podrá engreír cocinándome delicias como ella. Que ya no voy a escucharla diciéndome que me quiere, que está viva por mi y que siempre me va a cuidar. Que ya no la voy a poder cuidar, que ya no la voy a poder cargar, ya no la voy a ayudar a caminar. Que ya no le podré besar su frente como todos los días.

Extraño que me diga que me debo peinar, que me obligue a sentarme para que me peine a su insistencia. Empiezo a extrañar las veces en las que me decía "papito". Extraño que me de las quejas, que nunca pude invitarle el pollo a la brasa que le prometí hace unos días. Que ahora me deja a cargo de la tribu alocadamente divertida.

No quiero dormir todavía porque no me velará el sueño, que no me va a cuidar cuando enferme, que no me podrá dar la mano cuando me inyecten. Que no me acompañará a la puerta para ir al colegio, que no escucharé Turandot sin pensar que ella es mi Calaf.

Que fui el último de sus hijos, que me acompañó a dar mis exámenes para entrar al colegio, que engreía a mis amigos, que jugaba conmigo para hacerme dormir. Que viajamos fuera del país para conocer a mis tíos, que nadie ya me dará esa bendición de amor. Que ahora por más que la busque, no la voy a encontrar.

Siento que una parte de mi se ha ido con ella, pero que todo su amor esta en mi pecho, en cada palabra que tengo a bien pronunciar, en cada gesto correcto que doy, en cada oportunidad en que agradezco, en mis manos y en mis ojos, en los libros que leo, en cada palabra que escribo, en el pañuelo que siempre ha de andar en mi bolsillo, en mi cabello despeinado, en mis recuerdos del colegio, en los ojos de mis tías, en el futuro de mi hermano... todo lo que soy se lo debo a su cariño, su afecto y dedicación, a sus mimos y engreimientos, en los castigos y en los premios, en las palabras fuertes así como en aquellas palabras frágiles que me dijo el último día que la vi. En su cabello gris y en sus manos siempre generosas, en todo lo que tengo y en todo lo que voy a conseguir... en mi amor por la Peque; en todas las cosas que me rodean esta presente mi mamá, sí, mi mamámami.

No existe persona tan buena como mi mamá, tan buena cocinera como ella, tan generosa como la negra, la negra de mi papá, en la doña Angélica que me crió desde que era un bebe, la que ha hecho de mi un hombre, uno que llora mientras escribe porque sabe que debe dejarla ir, porque ella hubiera querido verme siempre feliz.

1 comentario:

  1. Esta vez no le paso a Calaf Metha, sino a Eduardo. Esta vez no tuve una respuesta sobre el movimiento del mar. Esta vez los años nos ganaron a todos.
    Partio la matriarca, ahora el aire entrara por las ventanas sin pedirle permiso. En aquel refugio de Breña, solo a dos seres les era permitido experimentar con su libertad, a los gatos y a ti.
    A mi me permitio engreir a sus nietos, hasta me permitio salir con ellos sin supervision. Confio en mi y hoy estoy en deuda, que gran negociante!!
    Buen viaje Doña Angelica, Bienvenido a la adultez Eduardo.

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