martes, 10 de febrero de 2009

Confesiones...

Calaf Mehta desea con ferocidad que Camila le de un abrazo, que lo mime y que se detenga un instante a ser todo lo cariñosa que todo el tiempo le cuesta trabajo ser. No desea almorzar nada, no quiere comer nada, está sumido en una deprepresión de la cual no sabe cómo salir. Necesita ayuda, pero como es tan arrogante y soberbio, duda que haya alguien capáz de hacerlo.
En las tardes como ésta, él desea sin contemplaciones que ella le tomase de las manos y que le llevase donde no se espera. Le encantaría igualmente que pudiese dejar de ser tan pesimista. Él está muy triste porque ella no se ha dado cuenta de que él la necesita y ella no está ahí.
Mientras la contempla en el fondo siente como se le va triturando el alma mientras sigue sin entender porque ella hasta ahora no le ha dado un abrazo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Te quiero ver muerto

Raquel Seminario ha celebrado las fiestas patrias de manera desmesurada. Producto de ingerir muchas bebidas con alto contenido de alcohol se ha dejado seducir por un sentimiento que la enfurece, la colma de ira y rencor contra Calaf, de quien no sabe nada y no ha visto desde hace algunos meses. Se siente una víctima por la paupérrima vida que lleva por culpa, cree ella, de él. Lo odia, lo detesta, lo quiere lastimar. Conforme se embriaga en odio deja operar sus reacciones al alcohol, coge el teléfono, marca un número y susurra cobardemente -Te quiero ver muerto.

Camila Pérez ha convencido a Calaf de acompañarla a celebrar la venturosa venida de las fiestas patrias con sus amigos del trabajo. Él ha aceptado sin estar convencido de querer hacerlo. Mientras caminan rumbo a la discoteca, lo abraza sutilmente, lo contempla enamorada y lo besa en la mejilla; le bromea ingeniosamente. Lo suelta para que conteste su movil, se preocupa al verlo fruncir el ceño. Le pregunta delicadamente quien lo ha llamado, él contesta que Raquel. Se enfurece con justa razón. Pregunta para qué, al escuchar la respuesta guarda silencio y siente lástima por la interlocutora.

Calaf Mehta juega con su enamorada Camila por las calles de San Isidro mientras que recibe mimos de parte de ella. No piensa en otra cosa más que en su cabello, en el color de sus ojos, en sus pequeñas manitas. Extrañamente le nace querer divertirse con sus amigos. Recibe una llamada y escucha las palabras desafortunadas de Raquel, irónicamente le sugiere dedicarse a comunicarse con su nueva pareja, que supone ha de entenderla en sus momentos de canallezca cucufatería, cuelga y responde las preguntas de Camila. Juntos rien por la cantinflada de la niña loca.

Raquel Seminario no se inmuta ante los comentarios de Calaf y ocultando su travesura sigue tomando sin preocuparse de las consecuencias que ésto le podría acarrear.

martes, 3 de febrero de 2009

Algunas situaciones bochornosas

Calaf Mehta siente que está a punto de perder la compostura mientras intenta oír detenidamente lo que la buena Raquel le dice, tomando un café en la terraza de un restaurante al que con frecuencia suele asistir en cuanto tiene la oportunidad de hacerlo. Ella, por su parte, no controla su mal temperamento y demuestra que aún es una niña engreída, malcriada e intolerante, haciéndole saber a la persona que sorbe un poco de café en frente de ella que no entiende nada de lo que éste le dice; le comenta que investigará lo que le ha preguntado, que por su cuenta llamará a alguna administradora de fondos de pensiones para que le expliquen con mas detenimiento cómo poder hacer los trámites que ameriten el que su papá, el encantador don Julio, obtenga la libre desafiliación que prosigue con mucho ahínco pero con poca información.

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Ella siente cómo él, con pasión, la besa intensamente. Se crispa, gime y se excita. Le encanta que aquel niño bueno se desinhiba con ella, que le haga lo que sus deseos le permiten, que la abrace fuertemente haciendo que sus cuerpos aparenten ser uno. Le agrada sentir como se humedece poco a poco con cada caricia acertada que se dan. No piensa en las consecuencias de lo que hace, o no quiere hacerlo, pero sabe muy en el fondo que se está enamorando de él. Luego de tantas caricias lo desea vorazmente.

Camila Pérez se ha despertado nuevamente a mitad de la noche. Ha soñado con Calaf y lo ha deseado como cuando está en ella. Se recrimina por haber arruinado aquella ilusión tan sublime y a pesar de que son las cuatro de la mañana, enciende su lámpara y le manda un mensaje a aquel niño bueno que sabe como hacerle cosas malas. No sabe porque lo extraña cada vez más conforme pasa el tiempo y comparten cosas nuevas, duda sobre lo que siente por él.

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Calaf Mehta piensa mucho en Camila. Aún no distingue exactamente porqué lo hace o no quiere aceptarlo por no estar seguro de lo que ella siente, por ahora le resta importancia a ese pequeño detalle, piensa luego tener tiempo suficiente para hacer algo al respecto. Se siente muy cómodo y bien a su lado, por lo que no deja de hacerlo (pensar y creer que ella esta en su cabeza como suya) por ninguna circunstancia, cosa que en parte considera está bien.
Camila, en su lejanía recuerda lo divertido que es Calaf, sonríe al recordar alguna broma que él buenamente le ha hecho. Sin darse cuenta de momento piensa en él, lo extraña, extraña a mares sus besos y su forma delicada en que le hace cosquillas. Ella que es mayor que él, se divierte como no pensó hacerlo, sabe que lo quiere mucho y ese es un sentimiento que debería desterrar de su cabeza. Ambos tienen que aceptar las consecuencias de la mezcla de sus cariños: se extrañan mutuamente cuando no están entre ellos.