martes, 3 de febrero de 2009

Algunas situaciones bochornosas

Calaf Mehta siente que está a punto de perder la compostura mientras intenta oír detenidamente lo que la buena Raquel le dice, tomando un café en la terraza de un restaurante al que con frecuencia suele asistir en cuanto tiene la oportunidad de hacerlo. Ella, por su parte, no controla su mal temperamento y demuestra que aún es una niña engreída, malcriada e intolerante, haciéndole saber a la persona que sorbe un poco de café en frente de ella que no entiende nada de lo que éste le dice; le comenta que investigará lo que le ha preguntado, que por su cuenta llamará a alguna administradora de fondos de pensiones para que le expliquen con mas detenimiento cómo poder hacer los trámites que ameriten el que su papá, el encantador don Julio, obtenga la libre desafiliación que prosigue con mucho ahínco pero con poca información.

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Ella siente cómo él, con pasión, la besa intensamente. Se crispa, gime y se excita. Le encanta que aquel niño bueno se desinhiba con ella, que le haga lo que sus deseos le permiten, que la abrace fuertemente haciendo que sus cuerpos aparenten ser uno. Le agrada sentir como se humedece poco a poco con cada caricia acertada que se dan. No piensa en las consecuencias de lo que hace, o no quiere hacerlo, pero sabe muy en el fondo que se está enamorando de él. Luego de tantas caricias lo desea vorazmente.

Camila Pérez se ha despertado nuevamente a mitad de la noche. Ha soñado con Calaf y lo ha deseado como cuando está en ella. Se recrimina por haber arruinado aquella ilusión tan sublime y a pesar de que son las cuatro de la mañana, enciende su lámpara y le manda un mensaje a aquel niño bueno que sabe como hacerle cosas malas. No sabe porque lo extraña cada vez más conforme pasa el tiempo y comparten cosas nuevas, duda sobre lo que siente por él.

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Calaf Mehta piensa mucho en Camila. Aún no distingue exactamente porqué lo hace o no quiere aceptarlo por no estar seguro de lo que ella siente, por ahora le resta importancia a ese pequeño detalle, piensa luego tener tiempo suficiente para hacer algo al respecto. Se siente muy cómodo y bien a su lado, por lo que no deja de hacerlo (pensar y creer que ella esta en su cabeza como suya) por ninguna circunstancia, cosa que en parte considera está bien.
Camila, en su lejanía recuerda lo divertido que es Calaf, sonríe al recordar alguna broma que él buenamente le ha hecho. Sin darse cuenta de momento piensa en él, lo extraña, extraña a mares sus besos y su forma delicada en que le hace cosquillas. Ella que es mayor que él, se divierte como no pensó hacerlo, sabe que lo quiere mucho y ese es un sentimiento que debería desterrar de su cabeza. Ambos tienen que aceptar las consecuencias de la mezcla de sus cariños: se extrañan mutuamente cuando no están entre ellos.

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